martes, 27 de julio de 2010

La percanta


Sólo el contacto con las sábanas de seda y aquella voz amable y varonil susurrándole al oído, le devolvieron la conciencia.

- Tenés sed? - dijo extendiéndole la copa helada con gesto decidido aunque suplicante.

Laura asintió con esa mirada tan suya penetrándole la negritud de sus pipilas. (pipilas, dije?)

En ese exquisito instante - el señor R. sintió
dentro de sí como un tornado en el mismísimo averno (En su cosmos, digamos)

Quiso palparse la boca entre el cosquilleo casi imperceptible de las burbujas del cava, y no se halló.

Fue plasma, océano, dunas. 
Entrega, sacrificio. 
Consagración.  
Locura, al fin.
 

Y apenas pudo balbucear un nombre:

Laa... a... au... ra...

martes, 20 de julio de 2010

Guarda con los te quiero facilongos


Hubo un alguien que le dijo te quiero tan suelto de cuerpo como quién dice: ¿me das 1/2 kilo de pan? Y ella metió la pata hasta el caracú. En apenas unas décimas, pasó de ser gata que desconfía a perra entregada, flor de loto.

Hoy anda renga. Cercenaron su talón de Aquiles (ay!) pero no fue lo peor. Lo extremadamente peor, fue el asesinato a sangre fría de su pánfilo corazoncito.

- Nunca más - Lo dice y repite una y otra vez.

Al menos, no de este lado violado del arco iris.
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